El territorio mexicano está conformado por 31
estados y el Distrito Federal que es la ciudad más grande de todo el mundo
debido al tamaño de su población. Esta urbe gigante es un lugar donde podremos
encontrar de todo: negocios, comidas, paisajes, actividades, y hasta personas
de todas partes del mundo que llegan a vivir a un lugar que podríamos definir
como ecléctico.
Por otro lado tenemos los pueblos del interior,
pequeños poblados rurales que nos muestran otro encanto que forma parte de la
identidad mexicana y que también son visitados por los turistas, especialmente
desde el nuevo impulso que se les dio a partir de la estrategia conocida como
“pueblos mágicos” que nos invita a adentrarnos en el mapa de México y conocer
ese otro costado más tradicional.
Es justo la combinación de estos dos perfiles lo
que podemos encontrar en uno de sus estados en la parte Occidente: Jalisco,
especialmente en Guadalajara, su capital, una de las ciudades más renombradas.
Guadalajara es esa mezcla entre lo tradicional y
lo vanguardista, entre lo antiguo y lo novedoso, que busca una síntesis de
todos los acentos y matices que tienen lugar en sus calles, una síntesis que
pueda abarcarlos a todos sin reducirlos. Esto es lo que sentimos cuando vamos
caminando por sus calles y encontramos rodeando al Casco Histórico los signos
de la posmodernidad.
Hay muchos atractivos en Guadalajara. Por un lado
tenemos los espacios culturales públicos, privados y comerciales como los
museos, los centros culturales, las galerías de arte, las librerías, los cines
y un gran número de sitios dedicados a la exposición de expresiones de este
tipo. Pero también tenemos los atractivos naturales que, como en todo el mapa
mexicano, resaltan por la intensidad con que se manifiestan y la cualidad única
que tiene cada paisaje con que nos topamos.
Muchas veces para conocer estos espacios
naturales es necesario salir del área metropolitana tomando otros caminos y
rutas que nos alejan del centro. Si esta opción no le parece del todo
placentera lo invitamos a conocer esos espacios dentro de la ciudad misma donde
usted puede relajarse estando en contacto con la naturaleza y la frondosa
vegetación que se puede ver en la ciudad.
Y es que uno de los principales atractivos de Guadalajara
son estos espacios verdes al aire libre, de carácter público, que podemos
encontrar no solo en el mismo centro sino también en las diferentes colonias
que lo rodean.
Uno de estos espacios es el Jardín José Clemente
Orozco, que está ubicado en la conocida Avenida Vallarta, entre las calles López
Cotilla y Aurelio Aceves, y cuyo nombre es un homenaje al excelente artista
mexicano nacido en el estado de Jalisco y que se destacó en el ámbito de las
artes nacionales e incluso traspasando las fronteras con sus obras como las
litografías y especialmente los murales.
El Jardín José Clemente Orozco es un ejemplo preciso del encanto
que otorgan los espacios verdes en medio del trazado urbano, como si fueran un
comodín que no solo nos permite encontrar otro espacio sino también otro
tiempo, uno más calmado y menos vertiginoso que el de la urbe. Haciendo que
cada poblador y visitante se encuentren con ese momento de relajación necesario
que cada quien debería tener en su día para hallarse en mayor equilibrio.
En medio del jardín con hermosas plantas, banca y
fuentes tenemos la escultura que nos recuerda la figura del gran muralista y
muy cerca de allí, justo en frente se encuentra la casa en la que solía vivir y
en la que también funcionaba su taller, lo que nos hace pensar en las veces en
que este afamado trabajador del arte habrá cruzado la calle y se habrá sentado
en esas mismas bancas donde estamos nosotros para inspirarse o despejarse un
momento, pensando quizás en el mural llamado Hidalgo que se encuentra en el
Palacio de Gobierno de Jalisco, justo en el casco histórico y que también
podemos visitar para conocer un poco más de su obra, así como también podemos
asistir a la mismísima Casa Taller José Clemente Orozco.
El Jardín José Clemente Orozco es uno de los
espacios públicos más tranquilos de la ciudad y, según muchos de sus
habitantes, el más romántico, pues hay cierta delicadeza en la disposición de
las plantas y las bancas, una belleza distinta y calmada que nos invita a pasar
allí la tarde, a caminar tranquilamente, acompañados de alguna persona especial
o tratando, como lo hacía el maestro Orozco, de inspirarnos en algún color del
paisaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario